Un apagón en Madrid y una gran lección de humanidad

Lo que debía ser una tarde tranquila de regreso a casa desde Madrid se convirtió en una auténtica odisea. Teníamos que volver hacia Alicante, pero el gran apagón que afectó a la capital, a España y la península Ibérica, paralizó toda la ciudad. Las estaciones de tren cerraron por falta de energía y nos quedamos, literalmente, tirados sin poder volver del viaje.

En pleno centro de Madrid se respiraba un caos total, una sensación de desconcierto absoluto sobre lo que estaba pasando o iba a pasar. Las cadenas de televisión estaban en directo desde la Puerta del Sol intentando informar, pero nadie tenía respuestas. El único medio de transporte que funcionaba eran los autobuses urbanos, y todos intentaban subirse a ellos. Iban completamente desbordados, con más gente de la permitida; algunos se detenían en mitad de la calle porque no podían soportar el sobrepeso y la gente tenía que bajarse.

Al no funcionar los semáforos, circular por Madrid era casi imposible. Tardamos más de tres horas en llegar a nuestro hotel desde el centro por un atasco monumental en el Paseo de la Castellana. Solo se podía pagar en efectivo, y como casi todos estamos acostumbrados al pago con tarjeta, la mayoría no llevaba dinero. No se podía comer en ningún sitio. Los taxis pedían más de 600 euros por llevarte a otras ciudades, exigiendo el pago por adelantado y en metálico, por si luego no funcionaban los datáfonos. La gente se agolpaba en supermercados y tiendas comprando agua y alimentos como si fuera el fin del mundo.

A todo esto, se sumó algo muy inquietante: nos quedamos completamente incomunicados. Sin internet y sin línea telefónica, no podíamos avisar a nadie de que estábamos bien ni explicar que nos teníamos que quedar una noche más. Esa sensación de no poder tranquilizar a la familia y amigos fue de lo más angustiante del día.

En ese contexto tan tenso y desconcertante, volvimos al Hotel Ilunion Pío XII, donde nos habíamos alojado los días anteriores. Nos recibieron con una amabilidad y una empatía que hoy en día cuesta encontrar. Aunque el hotel estaba prácticamente completo, nos explicaron que, al igual que nosotros no podíamos irnos, otros tampoco podrían llegar, así que tomaron nuestros datos y nos invitaron a esperar por si había cancelaciones.

Estuvimos toda la tarde en el hall viendo cómo no dejaba de llegar gente, muchas familias con niños, todas buscando una habitación. A eso de las 20:30, comenzaron a servir cena gratuita: primero a las familias con menores y luego al resto. Un gesto de enorme humanidad.

Más tarde, el director del hotel nos reunió en la terraza y nos dio la mejor noticia: “Hemos hecho todo lo posible y todos vais a tener una habitación para descansar esta noche y estar como en casa”.
Este nivel de compromiso no es casualidad. Forma parte de la esencia de Ilunion Hotels, una cadena que pertenece al Grupo Social ONCE. Un grupo que trabaja por la inclusión y la igualdad, donde el 66% de sus empleados de este hotel tienen alguna discapacidad. No es solo una empresa hotelera: es un proyecto con alma.
Nos acompañaron a las habitaciones con linternas en mano, como si fuéramos parte de su equipo, de su casa. Y, como broche inesperado, esa misma noche… ¡volvió la luz! Se escucharon aplausos y gritos de alegría desde las habitaciones.

A la mañana siguiente, nos levantamos bien temprano y fuimos a la estación de Chamartín. Allí nos dimos cuenta, aún más, de la suerte que habíamos tenido. Muchísima gente había pasado la noche durmiendo en el suelo, entre cajas. Por la noche, la UME había repartido mantas y caldo caliente para paliar el frío y el cansancio. Algunos hoteles aprovecharon la situación para hacer “el agosto”, subiendo precios de forma abusiva.

Mientras tanto, el personal de Renfe, la policía, seguridad, y la UME trabajaban a contrarreloj para reubicar a los viajeros. Primero dejaron pasar a quienes tenían billete para ese día, y luego fueron reubicando por franjas horarias. Tuvimos la suerte de conseguir un tren por la mañana hacia Alicante, y desde allí tomamos un cercanías hasta Villena.

Una jornada histórica en la que Madrid vivió una situación límite, y donde quedó más clara que nunca la importancia de la profesionalidad del sector turístico: hoteles, oficinas de turismo, empresas de transporte, personal de seguridad… todos tuvieron que adaptarse con rapidez y humanidad para dar respuesta a miles de personas atrapadas por el apagón. En momentos así se valora el trabajo silencioso y constante de quienes hacen que viajar sea una experiencia segura, incluso en circunstancias extremas.

Una experiencia con final feliz, sí, pero cargada de incertidumbre, nervios y emociones. Y sobre todo, con una gran lección aprendida: en medio del caos, la humanidad sigue siendo la mejor respuesta.

Ilunion Hotels: una cadena con propósito

Queremos destacar especialmente a Ilunion Hotels, la cadena a la que pertenece el hotel que nos acogió. Ilunion Hotels forma parte del Grupo Social ONCE y cuenta con 30 hoteles repartidos por toda España. Su modelo de negocio es pionero en accesibilidad universaldiversidad e inclusión social y laboral de personas con discapacidad. De hecho, más del 40% de sus empleados tienen algún tipo de discapacidad, y en sus 14 Centros Especiales de Empleo, este porcentaje supera el 70%.

Además, Ilunion Hotels ha sido reconocida por su compromiso con la excelencia y la sostenibilidad. Es la primera cadena hotelera en obtener el Sello Europeo de Excelencia EFQM 600+ y todos sus establecimientos cuentan con la certificación de accesibilidad universal (UNE 170001-2) y el sello QSostenible, que avala la sostenibilidad de sus edificios.

Su lema, «Donde dormir es despertar», refleja su compromiso con un turismo inclusivo y responsable, donde cada huésped es tratado con dignidad y respeto. Durante la pandemia, Ilunion Hotels ofreció sus instalaciones para acoger a personas sin hogar y refugiados de la guerra de Ucrania, demostrando una vez más su vocación de servicio y solidaridad.

Nosotros ya conocíamos esta cadena hotelera, estuvimos en Valencia en el Ilunion Aqua 4, y esta vez hemos estado en Madrid en el Ilunion Pio XII, y seguro que repetiremos con esta cadena por su humanidad y su labor social.

Gracias de corazón al Hotel Ilunion Pío XII por vuestra generosidad. Gracias por recordarnos que la hospitalidad verdadera no está solo en los servicios, sino en las personas.

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Por Pepi Tomás

Soy Pepi Tomás Serrano, Graduada en Turismo, Community Manager #CMUA. Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales. Tengo la suerte de poder disfrutar con mi trabajo, me encanta viajar, he adquirido gran experiencia en el mundo del Turismo, especialmente en Agencias de Viajes… y como Docente / Formadora de Turismo y Hostelería. Me gusta mucho esta frase que define muy bien el cambio en la mentalidad de las personas al mezclarnos con otras culturas y que sólo se adquiere en los viajes: “Quien regresa de un viaje nunca es la misma persona que se fue.” Proverbio chino.

Un comentario en «UN RAYO DE LUZ EN MEDIO DEL APAGÓN»

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