Una vez leí (lamento no recordar la fuente para citarla) que en Alcoy consideran extranjeros a aquellos que viven más al sur de la Carrasqueta o al norte del puerto de Albaida; me pareció una definición tremendamente graciosa, y me hizo pensar que puede que sea así… Pero no quiere esto decir que los alcoyanos seamos para nada poco acogedores, todo lo contrario; nos encanta hacer de anfitriones, contar a los cuatro vientos las excelencias de nuestro Alcoy. Que no somos un pueblo ¿eh? Que tenemos el título de Ciudad Leal desde 1845, otorgado por la reina Isabel II 😉
Y ahora que se acercan las fechas de Moros y Cristianos, los alcoyanos nos sentimos todavía más anfitriones, porque recibimos a miles de visitantes que vienen a disfrutar de nuestras fiestas de Interés Turístico Internacional. Son las nuestras unas fiestas que parten de un hecho histórico, la Batalla de Alcoy, sucedida en 1276, en la que tropas cristianas lucharon por aplacar la revuelta mudéjar capitaneada por el gran caudillo Al-Azraq. Una batalla cruenta que causó numerosas bajas en el bando cristiano, pero que finalizó con la muerte de Al-Azraq a las puertas de la ciudad, y la consiguiente retirada de los mudéjares. A partir de aquí se entremezcla la leyenda y la tradición religiosa, que asegura que fue una flecha de San Jorge, que apareció a caballo para apoyar a las huestes cristianas, la que acabó con el líder andalusí. Por aquel hecho, y desde entonces, San Jorge es el patrón de Alcoy.
La trilogía festera ocupa los días 22, 23 y 24 de abril, los días grandes, el día de las Entradas, el de San Jorge y el de Alardo, aunque antes de esos días se desarrollan diferentes actos, que forman parte de nuestra tradición. Comenzad consultando el programa de Fiestas para saber los horarios y planificar vuestra visita, y permitidme a mí centrarme en algunos aspectos y curiosidades que espero os ayuden a SENTIR nuestras fiestas. Porque las fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy no sólo se disfrutan; se sienten.
Desde la noche del domingo de Pascua y hasta la noche del 21 de abril (por lo tanto, durante más o menos noches, dependiendo de las fechas de la Semana Santa), los festeros de los bandos moro y cristiano desfilan por las calles de la ciudad vestidos con ropa “de calle”, acompañados por sus músicas. Son las llamadas “filaetes”. En realidad, representan esas primeras revueltas que se produjeron en Alcoy, las calles de la ciudad que vivían las primeras escaramuzas de la batalla, los refuerzos que, venidos de otros pueblos (algunos muy lejanos), comenzaban a llegar a Alcoy para la gran batalla. En los balcones ya ondea la cruz de San Jorge, el pueblo sale a la calle para dar la bienvenida y aplaudir a los aguerridos guerreros. Y la música se empieza a apoderar también de nuestras calles.
Llama la atención ese vaivén con el que desfilan las escuadras, de lado a lado, hombro con hombro. Y el nombre, “filaetes”. ¿Sabéis de dónde viene? De la antigua industria textil alcoyana, que fue la más importante de España, junto con la catalana. Son las “hiladas”, el movimiento de las lanzadoras en los telares mecánicos, de lado a lado, para ir elaborando el tejido. Así desfilan nuestros festeros.
Las tropas cristianas y moras en Alcoy se dividen en 14 “filaes” moras y 14 cristianas. El término «Filà» viene de fila, línea de festeros que desfilan en un mismo frente, que comparten local para reunirse y el mismo traje oficial que repiten año tras año durante los días de la trilogía festera. Normalmente el pertenecer a una filà u otra es consecuencia de la tradición familiar: los padres inscriben a sus hijos nada más nacer en su propia filà, y allí comienzan a vivir la fiesta año tras año; más adelante son las amistades las que marcan el inscribirse o cambiar de filà. No hay “rivalidades” entre moros y cristianos, la batalla es sólo una escenificación, no hay preferencias por una u otra filà por el hecho de ser mora o cristiana. Incluso el hecho de que algunos trajes puedan parecernos más bonitos, llamativos o cómodos, tampoco es una razón de peso para tomar la decisión. En la filà se comparten muchas horas, los festeros se reúnen varias veces a lo largo del año, y sobre todo durante tres días son una gran familia, por lo que lo más importante es esa camaradería que, si lo pensáis, también debería existir en las tropas militares.
Hay una figura muy importante y que os llamará la atención tanto en las filaetes como el día de la Entrada: el cabo de escuadra. En Alcoy es una gran responsabilidad; no todo el mundo “vale” para ocupar este puesto en los desfiles, se aprende desde niño. Un buen cabo marca el paso de su escuadra, dirige la velocidad, las paradas, los arranques en función de la música. Arrancan los vítores del público cuando alzan su arma, y la mueven con verdadero arte, sea el sable, la porra o incluso la navaja. Es espectacular.
Y en el caso de las filaes que ostentan cargos, Capitán, Filá del Mig y Alférez, el cabo de escuadra desfila apoyado por su cabo batidor, a caballo, la figura del soldado destacado que se avanza a las tropas para volver a informar de la distancia o los peligros de la batalla. Impresionante, no hay palabras para describir la destreza de jinete y caballo desfilando al son de la música y realizando cabriolas para deleite del público. Han ensayado juntos durante horas y horas, días y días, para ofrecernos este espectáculo único.
Ay, pasaría horas y horas hablándoos de nuestras fiestas, y no tendría suficiente espacio en esta Web de AAPET. Así que os emplazo a venir y disfrutar de las Fiestas, y animaros a que preguntéis a los alcoyanos todo aquello que os llame la atención; veréis como se les pondrá una sonrisa de oreja a oreja mientras os explican con todo detalle.
Y por cierto, si venís a Alcoy recordad que tendréis una gran responsabilidad, porque en cuanto pongáis un pie en alguna de las calles de los desfiles y actos pasaréis a formar parte de la Filà Mirons. Seáis extranjeros o no, pasaréis a tener una serie de privilegios y responsabilidades: los festeros os tratarán con cariño y afabilidad, os ofrecerán sus armas y escuadras para que podáis demostrarles vuestra admiración con aplausos; el resto de miembros de vuestra “tropa” os ofrecerán sus conocimientos o incluso condumio cuando os vean “necesitados”, compartiréis sus “¡¡¡¡oooooooh!!!” y sus “¡¡¡preciós!!!” ante cada alarde de arte en los desfiles. Y os aseguro que SENTIRÉIS nuestras fiestas, y ya no podréis dejar de volver cada año.
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