Miguel Ángel Valverde, Presidente de la Excma. Diputación de Ciudad Real, Damián Uclés, y yo

Los estudiosos dicen que cuando Miguel de Cervantes escribió las primeras líneas de su gran obra: “En un lugar de la Mancha”… ese lugar que Cervantes no quería recordar era Villanueva de los Infantes. No lo digo yo sino la Universidad Complutense de Madrid.

En cualquier caso, está considerado uno de los pueblos más bonitos de España y efectivamente, es un precioso lugar para habitar, disfrutar y conocer. Y así lo hemos hecho estos casi dos intensos días que hemos vivido en profundidad.

Nuestro hotel era el Hotel Rural La Gavilla, un alojamiento del que todo el mundo habla maravillas, sobre todo de su cocina tradicional, pero también innovadora, digna de recibir un galardón, pero lo que más sorprende es su hospitalidad, algo de lo que hicieron gala en todo el municipio.

Pero a lo que vamos, y es que a las 17 horas nos esperaban a todos los invitados en “Casa de Rueda”, un acto al que no faltaron la alcaldesa de Villanueva de los Infantes, Carmen María Montalbán, el concejal de turismo, comunicación y cultura, Francisco Javier Peinado, y la Vicepresidenta primera de la Diputación de Ciudad Real, María Jesús Pelayo, entre otros.

 

En Casa de Rueda se encuentra un interesante museo arqueológico de Villanueva de los Infantes, que está a punto de cumplir los dos años de existencia, y que nos mostró con todo lujo de detalles Pedro R. Moya-Maleno.

Acto seguido nos fuimos al yacimiento de Jamila, un lugar de origen romano pero que adquirió ese nombre con los árabes. En la batalla de las Navas de Tolosa, se pone fin al dominio árabe en la Mancha, y Jamila se repuebla con caballeros de la Orden de Santiago. ¿Y sabéis por qué se llama Villanueva de los Infantes? Porque los habitantes de Jamila fueron trasladados a un sitio más accesible llamado la Moraleja, que dependía de Montiel. Con el paso de los años, la población creció tanto que el maestre de la Orden de Santiago e Infante de Aragón, llamado D. Enrique, decidió darle una jurisdicción propia. Esto ocurría el 10 de febrero de 1421, y en agradecimiento a D. Enrique y a sus hermanos, los infantes de Aragón D. Alonso, D. Juan y D. Pedro, La Moraleja cambió su nombre y pasó a llamarse Villanueva de los Infantes.

Estuvimos acompañados por el arqueólogo que también nos había explicado el museo en Casa de Rueda. Llegar a Jamila fue algo mágico. La visión de la tierra rojiza, ferruginosa, con el verde de las arboledas, la meseta abriéndose ante nuestros ojos, y el yacimiento, ubicado en el valle del río Jabalón, con sus hermosas columnas, dándonos la bienvenida.

Ya con la repoblación y ocupación por el mundo cristiano, se crea el Santuario de Nuestra Señora de la Antigua, repartiéndose el culto entre Jamila y este Santuario.

Tras esta interesante visita, volvimos un rato al alojamiento para mudarnos y regresar con más ganas si cabe a la Casa de la Alhóndiga. Allí, nos hicieron una amena presentación. Era el acto institucional, con la Excma. Diputación de Ciudad Real. Nos hablaron de la diversidad de la provincia de Ciudad Real, con ciento dos municipios que tienen mucho que ofrecer. En todos está intentar evitar el despoblamiento de loas maravillosos pueblos que habitan la provincia.
Nos ofrecieron una cena degustación que corrió a cargo del Restaurante «Coto de Quevedo», con una estrella Michelin.

Pero todavía nos tenían reservadas más sorpresas: una maravillosa ruta monumental por el Villanueva de los Infantes del siglo de Oro. Pasear por las calles de noche,  en este municipio emblemático remontándonos al s.XVI era sumergirte en otra época. Era magia. Me venía a la cabeza aquel soneto de Quevedo: “Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa”… 

Al día siguiente, continuamos conociendo la excelsa monumentalidad de un pueblo que exhibe orgulloso su patrimonio. Y no es para menos: Museo Contemporáneo, Museo Etnográfico, Iglesia de San Andrés, Celda de Quevedo, Casa de los Estudios, los Silos…


Francisco de Quevedo acabó sus días en Villanueva de los Infantes. La Iglesia de San Andrés alberga sus restos, pero antes, vivió en el Monasterio de Santo Domingo, donde le cuidaron los monjes cuando ya estaba enfermo de disentería.


El Museo de Arte Contemporáneo me ha sorprendido muchísimo. Tiene obras realmente sorprendentes. En el cuadro de abajo, una fotografía de Ouka Leele ha sido retocada con acuarela:

Obra de Juan Genovés

Después, nos dirigimos a los Silos, otra belleza de la historia de Infantes que merece la pena conocer.


Los agricultores de los alrededores iban a vender y almacenar el trigo en estos Silos. A todos se les pagaba el mismo precio, según nos han contado, evitando así rivalidades.

En este mismo espacio, está la olla donde un año consiguieron el récord Guinness a la olla más grande donde se ha cocinado Pisto Manchego. Ahí es nada. Por cierto, que lo estaban cocinando a la leña, y la receta lleva pimiento verde, pimiento rojo, tomates y panceta, pero su preparación acarrea varias horas de cocción, removiendo el caldo continuamente. Y está riquísimo. Doy fe.


Para terminar este reportaje, unas fotos de lugares que te puedes encontrar paseando por el pueblo.

Aquí abajo, está la Casa del Caballero del Verde Gabán, que ha resultado inmortalizada en el Quijote como la casa de D. Diego de Miranda, caballero que vestía siempre de verde, como símbolo de nobleza.

Continuamos nuestro paseo por el Ayuntamiento, Plaza Mayor, y calles adyacentes:

Terminamos la jornada en el Mercado, degustando el pisto manchego que estaban preparando en los Silos, y que llevaban más de tres horas cocinando. De allí emprendimos el regreso a la Terrreta. Este municipio de Ciudad Real nos deja un dulce aroma a antiguo y a moderno, a tradición y a innovación; nos hemos dejado sucumbir por un pasado que tienen muy presente, por lo auténtico, por su amabilidad y carácter hospitalario de sus vecinos, exhibiendo con gozo una identidad que les acompaña y de la que se sienten orgullosos. Yo me he dejado enamorar… Y con este amor manchego, este “Sabor Quijote”, me dejo embriagar…

Y de paso comparto con vosotros unos versos de un poema que escribí hace tiempo:

Tu destino es ambiguo pero es siempre
placentero detenerse en el paisaje,
y el tiempo se detiene siempre
en los campos de la Mancha…

Por Cristina Arroyo

Escritora. Autora de artículos turísticos. Autora de los libros "Los Vértices del Cariño", "Historias de un bar con música a menos tres escalones", y "La Senda del Camaleón". Editora de la novela histórica "Al-Azraq, el árabe". Presidenta de AAPET

Un comentario en «COLOR, TRADICIÓN, HISTORIA Y CULTURA DESLUMBRAN EN LOS INFANTES»

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