El 19 de enero del 2016, un grupo de vianderos de la peña gastronómica de Alicante “Buenas Viandas” hemos viajado a Reinosa (Santander),  a competir en el XXIV concurso de Ollas Ferroviarias que esta ciudad Cántabra organiza cada año  en honor a su patrón San Sebastián. Aunque en nuestro  ánimo prevalece simbolizar un encuentro de hermanamiento entre dos municipios, Reinosa y Alicante, unidos por un vínculo histórico común, la tradición ferroviaria.

Tempranamente, a las 8 de la mañana del 20 de enero del 2016  ya hemos
tomado posiciones, olla en ristre, en la Plaza de España de esta ciudad capital de la comarca de Campoo – Los Valles, al amparo de unos soportales de sillería de cuarcita ennegrecida por los años y el vaho que exhalan los cuatro ríos que pasan por Reinosa, El Hijar, Izarilla, Las Fuentes y especialmente el Ebro,  tan cercano a nuestro emplazamiento que percibimos su caudaloso murmullo.

A lo largo de hoy nos espera una ajetreada jornada gastronómica y aunque el frio se deja notar en el ambiente, no nos acobardan los cero grados del termómetro porque percibimos que nos arropa el calorcillo de la hulla de más de 230 Hoyas Ferroviarias que acaban de prenderse y ese otro calor humano de los campurrianos que desde nuestra llegada percibimos su hospitalidad.IMG_20160120_133425

A estas tempranas horas, cuando despuntan los primeros rayos de sol  en el horizonte nevado de los Picos de Europa ya estamos plenamente operativos en este improvisado “obrador” privilegiado emplazamiento frente al Ayuntamiento, donde aconsejados por Armando, hemos venido a coger sitio nada menos que a las 4 de la mañana  y no éramos los primeros.

Somos muchos los ferroviarios de Alicante que integramos la peña “Buenas Viandas” y muchos más en lista de espera por el alto nivel gastronómico exigido, pero solo cinco los afortunados que nos encontramos hoy en Reinosa.

Nos enteramos que existe programado un calendario de concursos de Ollas Ferroviarias a lo largo de todos los meses del año y en los principales municipios del ferrocarril de la Robla.

Pero volvamos a nuestra fiesta en Reinosa. Es media mañana y se percibe una  frenética y festiva actividad gastronómica de peñas y familias entorno a sus respectivas Ollas Ferroviarias, afanosamente enfrascados en la preparación de los ingredientes tradicionales de este concurso (patatas y carne de ternera), al tiempo que por doquier se canturrean canciones de picaresca y simpática irreverencia alusivas a San Sebastián.

Otros personajes ponen color a la fiesta: típicos gaiteros, pertrechados peregrinos o benévolos cocineros como el que me acaba de ofrecer un tazón de reconfortantes sopas de ajo.

Por nuestra parte hemos querido traer un detalle del terruño a la fiesta y estamos cocinando simultáneamente la Olla Ferroviaria del concurso y una enorme paella de  arroz típicamente alicantino “Arroz del Señoret”.

Asi mismo, desde esta cabecera del Ebro, nos viene el recuerdo de nuestro reciente viaje a Quesada, mi pueblo, aquel singular enclave cultural y de tapeo en pleno Parque Natural de la Sierra del Cazorla, donde nace otro prodigioso rio, el Guadalquivir  y  que comparte con Reinosa el mismo Santo Patrón San Sebastián.

Pero volvamos a la plaza de España de Reinosa. Acabamos de cocinar la olla y el arroz y es el momento de compartir la comida y el vino generoso del santo pues no en vano  se encuentra junto a nosotros la fuente donde cada año se repite el “milagro de San Sebastián” que convierte el agua de esta fuente en vino. Y nosotros estamos aquí para dar fe del “milagro” porque estamos bebiendo en ella.

Con el mejor de nuestros ánimos queremos agradecer la hospitalidad: A nuestros viejos amigos Pilar y Armando, a los nuevos amigos que hemos conocido aquí, a toda esta “REINOsana” gente y al personal de la Organización de la fiesta que por megafonía desde  el Ayuntamiento  han dirigido unas palabras a de agradecimiento a nuestra participación.

Y una anécdota, la protagonizada por José Miguel Barrio, Alcalde de Reinosa  y Miguel Ángel Revilla, Presidente de la Comunidad Cántabra, que han venido personalmente a compartir con nuestro equipo Buenas Viandas un rato de tertulia y unos generosos vasos de este vino del Santo. Ambos, cazo en mano,  han repartido con extraordinaria habilidad el “Arroz del Señoret” al numeroso público que nos lo solicitaba.

Pero el verdadero protagonista de esta tradición popular es el espíritu ferroviario materializado en las Ollas, artilugio mecánico, simbiosis entre cocina y puchero, inicialmente de hojalata, cuyo origen dicen que se remonta al año 1915 cuando maquinistas y fogoneros del Tren de la Robla empezaron a aplicar el vapor o carbón de la locomotora para cocinar y comer en ocasiones,  sobre el mismo tren en marcha. En la actualidad, de aquel modesto e ingenioso diseño, ha derivado todo un elenco de versiones,  tipos y tamaños de ollas, decoradas y personalizadas. Verdaderas obras de arte que hacen las delicias de los visitantes.

El Tren de la Robla, aquel  “viejo hullero” hoy rehabilitado, sigue prestando nuevos servicios. Sus 335 kms., recorren la Solana de la Cordillera Cantábrica y  atraviesan  las provincias de Vizcaya, Burgos, Cantabria, Palencia y León, serpenteando  un territorio de luz y color  y compitiendo en atracción turística con los ferrocarriles de vía métrica más largos y fascinantes de Europa Occidental.

Nuestra prolongada estancia en Reinosa nos ha permitido hacer turismo, degustar extraordinarias carnes, quesos y cecinas; experimentar el olor a hierba verde y tierra mojada de los prados y experimentar las condiciones organolépticas de la leche recién ordeñada de nuestra niñez.

Y como no podía faltar, hemos visitado trenes, estaciones, instalaciones ferroviarias, edificios con aire románico y popular donde predomina la típica arquitectura de fachadas acristaladas y soportales. Joyas de esta tierra que derrocha arqueología industrial y ferroviaria.Un destino de enormes recursos turísticos y medioambientales con un trazado ferroviario que dicen algunos nada envidia al paisaje que atraviesan los más famosos trenes turísticos centroeuropeos o escandinavos.

Y en campo abierto, un denominador común: Verdes praderas salpicadas de ganado vacuno Tudanco  en régimen de semilibertad. Animales tan nobles  y granjeros tan rudos, que  uncen y doman al ganado para colaborar en las labores del campo y competiciones populares y  es que la raza tudanca combina satisfactoriamente una gran fuerza motriz con la producción de leche.

En la estación de Mataporquera, una larga parada para visitarla porque se trata de un símbolo ferroviario. Hemos visitado el Centro de Interpretación del Ferrocarril de la Robla, atendido  extraordinariamente por la Asociación de Amigos del Ferrocarril, con quienes hemos compartido recuerdos y experiencias en la cantina.

Llegado nuestro último día de estancia, tempranamente baldeadas las calles de esta ciudad, desayunamos  las populares pantortillas y abandonamos   “el Ebro”, nuestro céntrico y cómodo hotel junto al Rio.

Acomodamos el equipaje, utensilios de cocina y mochilas e iniciamos el largo camino de regreso a casa: Las pilas cargadas, el ánimo por las nubes y recuerdos en el equipaje para quienes nos esperan en Alicante. DSCN6654

Reinosa, enero 2016.

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Por Damián Uclés Fernández

Jubilado, escritor y viajero

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