La ciudad de Alicante ha abierto sus puertas de par en par a la III Semana del Español. En ella, se han reunido centros educativos, profesores, alumnos, editores, escuelas, etc. con motivo del Congreso organizado por FEDELE (Federación Española de Asociaciones de Escuelas de Español para Extranjeros). El turismo idiomático tiene la singularidad de estar motivado por el aprendizaje y, conlleva muchos retos, pero también, muchas satisfacciones cuando un estudiante puede comunicarse en un destino en la lengua de este país que visita.
Un programa muy completo con ponencias, píldoras formativas, talleres, juegos, visitas, excursiones, actividades culturales, también gastronómicas, combinando el mundo digital, con el presencial. Hasta la preciosa canción “My Way” sonó con ritmo flamenco. Dos brasileñas escuchaban muy emocionadas.
La Asociación Alicantina de Periodistas y Escritores de Turismo (AAPET) ha tenido el honor de participar en este Congreso, dentro de la Bienvenida Cultural que tuvo lugar en el Auditorio de la Ciudad de Alicante (ADDA) con la actividad “LA PRIMERA LETRA DEL ABECEDARIO TE LLEVA AL MAR”: una semblanza de la ciudad de Alicante a través de la literatura, el idioma español, la gastronomía (en especial los vinos) y, el futuro para emprendedores. Inmaculada Mengual, Belén Llopis, Marichel López y Mayte Vañó han sido quienes han guiado este <<paseo cultural alicantino>> que sorprendió por su originalidad y puesta en escena a todos los asistentes.
Esta III Semana del Español ha sido -metafóricamente hablando- una suerte de “Reunión ONU”, a la que han asistido “embajadores del español” de más de treinta y siete países (auténticos prescriptores de esta lengua); Todos ellos tienen la bonita -y retadora- encomienda de la enseñanza de este idioma en el mundo.
Si a un matemático le preguntáramos: ¿Cuál es la ecuación para determinar cuánto vale un idioma? Cuán complejo sería descifrar esta incógnita: el valor de un idioma.
Es tanta la riqueza que aporta: abre la mente, amplía el conocimiento, crea vínculos… Y aún más, cuando hablamos del idioma español, porque en este caso, el vínculo que se crea, puede alcanzar a casi seiscientos millones de personas. Gracias a una lengua, podemos convertirla en poesía; ser la letra de una partitura o enredarse en la ficción de una novela. Y así, hasta el infinito. Como el mar.
Porque el idioma español, además de para comunicarnos, es también para gozarlo.