(Solo faltan los fantasmas del «Roxi»)

Dormir en Alicante ya es de CINE… Donde antaño se ubicara un pequeño pero entrañable hotel en la calle Gravina 5, hoy tras años de esfuerzo y pasión desplegados, se alza el que podría ser el más singular y cinematográfico de los hoteles alicantinos: Hotel Dormir D Cine, propiedad del matrimonio López-Bosch, Marta y Carlos, respectivamente.

Ubicado en el corazón mismo de ALICANTE, a unos pocos pasos del Ayuntamiento, el mítico Consistorio Barroco, que preside el Casco Antiguo del Barrio de Santa Cruz, DDC se erige como resultado de toneladas ingentes de creatividad, derroche y sentido del buen gusto, a cargo del matrimonio Lopéz-Bosch y medio centenar largo de artistas, entre maestros del diseño, responsables de obras, y tres grandes «grafiteros», para conformar un sueño trufado de amor al CINE y sus estrellas más notables, objeto de veneración por los cinéfilos que en el mundo han sido y son ¡del más puro UNIVERSO HOLLYWOOD!…

Baste decir, que todos los intervinientes que han sumado sus esfuerzos y profesionalidad en su creación, aún siendo capitaneados por López y Bosch («se nos ocurrió hace años seguir con la misma y exitosa idea ya plasmada en otro hotel nuestro de Madrid, con el culto al CINE como fondo»), tuvieron absoluta libertad para definirse y trabajar, eso sí, bajo el mismo epíteto, «DORMIR D CINE», como su mejor reclamo y fuente de inspiración, denominación que nace del propio Bosch y que, por su uso exclusivo y protección, oportunamente registraron.

Falsas ventanas de un patio de luz están protagonizadas por Woody Allen en consulta con su psiquiatra, o Sofía Loren en plan napolitano tendiendo la ropa

Al nuevo hotel alicantino, abierto al público el pasado agosto, tras años («desde el 2008»), de ardua y minuciosa gestación, la denominación de HOTEL le queda estrecha: es otra cosa… ¡Es mucho más! Ya desde fuera pareciera que el visitante, accidental o simplemente transeúnte, pasase delante de un cine, recordando el exterior de uno de los cines Roxi madrileños y otros (ver cara del edificio que da a la calle transversal donde antes se ubicaba «la Espardeña»). Los escalones de acceso por la puerta principal dan paso a un despejado hall acristalado, cuyas paredes muestran un ramillete de los rostros más icónicos de actores y actrices, firmados por «Rojo…, Sool…, Mad…2021», tres grafiteros de altura: uno madrileño y alicantinos los otros dos («quisimos que a Rojo se sumaran artistas de la ciudad…», rememoran Marta y Carlos).

Hoy, este hotel es la suma de varias fincas («fuimos comprando y uniéndolas con gran empeño»), unidas al originario hotel «Gravina 5», del pretérito. De ahí, que el nuevo hotel DDC ofrezca su alojamiento en 57 habitaciones, «todas diferentes, firmadas cada una de ellas por un artista de diseño diferente, dejando constancia sobre un espejo del baño, con su nombre, contacto y fecha de su participación». ¡Y qué habitaciones…!, todas ellas rememorando a una actriz o actor, un director, una película o motivo cinematográfico, plasmado como cabecero de las camas, puertas de acceso a la habitación o cristalera de los baños… El resto, todo blancura y esplendor. Cuatro son sus tipos de habitaciones, dependiendo del tamaño, según cuenten con terraza o solarium o, como en algún caso, bañera de diseño en el exterior con mobiliario de jardín, bajo un denominador común en paredes, cortinajes y ropa de cama, albornoces y chanclas incluidas: El blanco como exclusivo color y ¡las luces indirectas siempre en led!… También , y como un guiño más de amor al Cine y sus costumbres, unas botellitas de agua y un cucurucho a rebosar de palomitas compadecen en cada mesa próxima al sofá, situado frente a la televisión anclada en el pared, blanco impoluto. Para completar, marco y ambiente de cine requeridos.

La habitación de Brad Pitt, una de las más demandadas

Si todo lo hasta aquí descrito no rezumase suficiente estímulo y atracción para potenciales clientes («ya hay alguno que repite o quien se ha quedado un mes o dos…»), tanto puertas como pasillos (en cada una de sus cinco plantas el pasillo es de un color): verde limón, rojo inglés, azul índigo, el amarillo chillón, o el naranja más intenso de Stanley Kubrick y su «Clockwork orange» (naranja mecánica) no hacen sino sumar hasta conseguir el clímax cinéfilo pretendido, al recordar los pasillos, puertas de acceso y aperturas silenciosas a las que estamos acostumbrados a ver en cines de toda la vida y en todos los países del mundo…

Lo dicho: un derroche y un despliegue de imaginación y empeño hasta el más nimio detalle y leve guiño, que incluye incluso la preocupación que el matrimonio López-Bosch tienen por su personal, al elegir camas en todas las habitaciones de posible elevación, que facilitan la labor de sus empleadas al hacerlas cada día, evitando patologías de espalda indeseables: ¡UN GOZO!…

Autora: Rosa López Moraleda

Por Rosa López Moraleda

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Licenciada en CC de la Información (rama/Periodismo), por la Universidad Complutense de Madrid.

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