La AAPET acaba de abrir las puertas de su nueva temporada de los ya tradicionales Press Trip, cuyo objetivo es dar a conocer las variopintas localidades alicantinas sean o no núcleos turísticos. En esta ocasión nos acercamos a Alfaz del Pi, donde su concejal de turismo Luis Miguel Morant nos ha facilitado un programa de visitas con sus correspondientes explicaciones de la mano de Richard, guía oficial del ayuntamiento.



Nos encontramos en la Plaza Mayor, en pleno centro del pueblo, donde se nos ofrece un desayuno al tiempo que nos vamos familiarizando con la historia y actual esencia de Alfaz del Pi. Richard, que es un auténtico entusiasta de su pueblo, cuenta que uno de los principales objetivos de los responsables del Consistorio es acercar las costumbres y tradiciones locales a los residentes de otras nacionalidades y hacerles partícipes de todo lo que ocurre en el municipio.
En 1836, el año de su independencia, Alfaz del Pi contaba con 250 habitantes censados que en su mayoría se dedicaban a la agricultura. La vida giraba en torno a la Plaza Mayor y sus calles adyacentes como Baldons, Calvari, el Gall o Baix y las reuniones y festejos dependían de los ciclos agrícolas y de las estaciones anuales. En la actualidad la población supera ligeramente los 20.000 habitantes y las tareas agrícolas se han transformado en tareas turísticas. La Plaza Mayor, sin embargo, sigue siendo el centro de los principales festejos del pueblo en los que participan de forma activa y sin complejos más de 90 nacionalidades, que son los que conforman el censo de Alfaz del Pi.
Se calcula que el 56% de los alfasinos son de nacionalidad extranjera. Hay por ejemplo 4000 noruegos censados aunque se cree que en el pueblo viven al menos 8000, con lo que L’Alfàs tiene en la actualidad la segunda colonia más grande de noruegos fuera de su país. La primera se encuentra en Londres.
Con una población tan internacional no es de extrañar que las fiestas, actividades culturales y celebraciones de todo tipo tengan un marcado carácter multicultural y en los que participan un buen número de nacionalidades, empujados en parte por la administración local. Porque de lo que se trata es de promover la convivencia y la integración. De hecho los residentes de otras nacionalidades participan también en la política; dos de los concejales actuales son belgas y en su día hubo, aunque fuera de forma fugaz, un alcalde noruego. Todos hacen buen uso de la Casa del Pensionista, las Escuelas Nacionales y de la Casa de la Cultura donde se celebran eventos de todo tipo, bien sean culturales, como festivales de teatro o jazz, charlas, y exposiciones entre otras cosas.



Nuestros primeros pasos nos llevan a la Iglesia de San José y al algarrobo centenario de la Plaza Jaime I. Se trata de un árbol singular por sus especiales características, en este caso por sus dimensiones y longevidad. El algarrobo es un árbol cultivado por muchas civilizaciones que utilizaban su fruto como alimento para los animales de carga. Los árabes usaban también sus semillas (garrofin) como unidad de medida sobre todo para joyería y piedras preciosas. Cada garrofín pesa exactamente lo mismo, 0,2 mg.

El Municipio tiene además otros 34 árboles catalogados como singulares por los técnicos de Medio Ambiente. Entre ellos destacamos la Araucaria del Hogar del Pensionista, el olivo de la Plaza Juan Carlos I, el algarrobo de Foia Brell cuya edad ronda los mil años y el algarrobo del Molí de Manec, todo un adolescente comparado con el anterior ya que apenas llega a los 400 años.





Recorriendo las calles del centro histórico de Alfaz del Pi, buscamos de forma intuitiva las huellas de su historia. Como casi todas las localidades en esta zona de España, los vestigios moriscos son inevitables aunque aquí no resultan muy evidentes, salvo naturalmente el nombre. Alfaz viene del árabe, al-fahs, que significa tierra fértil o campo sembrado, lo que nos recuerda también que esta fue antaño una zona agrícola en la que predominaban los cultivos frutales y de almendros. Un pueblo, por tanto, con estrecha relación con la tierra y con el agua. El dominio árabe se extendió desde comienzos del siglo VIII hasta mediados del XIII pero como hemos dicho. quedan pocas huellas de esta presencia.
Seguimos con el nombre de Alfaz, que a partir del siglo XVI pasa a llamarse Alfaz de Polop ya que todo su territorio pasa a formar parte de la Baronía de Polop. Los próximos siglos fueron complicados y estuvieron marcados sobre todo por los constantes enfrentamientos con los piratas y corsarios que desde el norte de África se acercaban a las costas españolas para hacerse con sus riquezas. Los saqueos y las luchas fueron constantes y determinaron sin duda alguna la configuración de la localidad.
Pero aparte de las luchas contra los piratas, esta época es determinante para el desarrollo de la localidad. A mediados del siglo XVI la baronesa Beatriz Fajardo de Mendoza promovió la construcción de un sistema de riego para aumentar la riqueza agrícola de sus tierras. Se trata de una acequia que recoge las aguas en el Ponoig y que pasa por las poblaciones de Polop, la Nucia, Alfaz del Pi y Benidorm. Todo un entramado de regadío que también es utilizado para construir molinos, fuentes y lavaderos, algunos de los cuales todavía siguen en pie.
Uno de ellos, que ha sido reconstruido, es el Molí del Mànec, que ha sido transformado en centro de interpretación para explicar el funcionamiento del sistema y cuya obra consistió en una gran red de acequias.
Todo este desarrollo nos lleva a la gran pregunta. ¿Por qué un pino? Alfaz de Polop se convierte en Alfaz del Pino en 1836 cuando se independiza de la Baronía de Polop, y como símbolo de esta independencia cambia de “apellido” y adopta Pino en honor al árbol plantado en la Plaza Mayor, justo enfrente de la Iglesia de San José, 50 años antes y precisamente para reivindicar la independencia del pueblo debido a un incremento muy significativo de su población.
Se dice que todos los caminos llevan a Roma y a lo mejor hay algo de cierto en ello. Porque en esta localidad, de nombre árabe, no hay apenas huellas de aquella época pero si encontramos vestigios importantes de la civilización romana. Alfaz del Pi se encuentra a tres kilómetros de la costa, un lugar no elegido por los romanos que buscaron una localización más acorde con sus costumbres.
Así, en la zona costera de la localidad, conocido como El Albir, encontramos El Museo al Aire libre de la Villa Romana, un asentamiento rural que data de los últimos siglos de la época romana. Todo un lujo, prácticamente a pie de playa, donde a veces se realizan recreaciones de la vida y las costumbres romanas y cuyas excavaciones nos acercan a la vida de los siglos IV Y V d.C.

Y si hablamos de Roma nos vamos a uno de los lujos cinematográficos que quedan en la zona. El cinema Roma nació el 20 de julio de 1979 promovido por el panadero de la localidad, «Pep» José Iborra que era un auténtico fanático del cine. Tal era su afición que antes de la construcción del cine reunía a los vecinos de su pueblo los fines de semana y los montaba en un camión para llevarlos al cine a Benidorm. Luego surgió el cine de verano y finalmente el que hay en la actualidad. Un cine de arte y ensayo, de películas de autor huyendo de las macro producciones de Hollywood. Películas dobladas al español pero también en versión original para abrir las puertas a la multiculturalidad de la zona.



El cine se construyó por iniciativa de los hermanos Miguel y Pep Pérez Iborra que recogían así el testigo de su padre. Ambos fallecieron lamentablemente este verano dejando la continuidad a su hermano Juan Luis, director y productor cinematográfico que trabaja y vive en Madrid. Pero el día a día y al pie del cañón está Ángel, que es en gran parte el alma mater de todo lo que se proyecta en esta sala. Sobra decir que el cine goza de gran popularidad entre los amantes del séptimo arte, además de un gran prestigio entre personas de otras nacionalidades que pueden ver películas a veces hasta en su propio idioma.
El Cine Roma ha dado también pie a la creación del Festival de Cine de l’Alfàs del Pi, promovido por Juan Luis Iborra para que, según decía él, nadie se quede sin ir al cine. La primera edición se celebró el 30 de julio de 1989 y 20 años después fue declarada Fiesta de Interés Turístico en la Comunidad Valenciana. Es un festival de cortometrajes destinado a promover la creación cinematográfica entre los jóvenes y muchos de los actuales directores consagrados del cine español pasaron en su momento por este festival. Su máximo galardón es el Faro de Plata con una dotación económica de 4.000 euros.
Las actividades del Festival se desarrollan entre Alfaz del Pi, donde tiene lugar las proyecciones y los coloquios (Cine Roma y Casa de la Cultura) y la zona costera de El Albir. Ahí se encuentra el Paseo de las Estrellas con los nombres de todos los actores y cineastas que han sido homenajeados a lo largo de los 36 años de historia del Festival. Veronica Forqué y José Luis López Vázquez fueron los primeros en merecer sus estrellas, que se encuentran en el Paseo del Racó que recorre la playa del Albir. En la actualidad hay más de 75 o lo que es lo mismo, medio kilómetro de estrellas cinematográficas de nuestro país.




Texto: Elisabeth Norell
Fotos: Pepi Tomás y Cristina Arroyo
