En pleno corazón del Parque Natural de La Mata, aún resisten viñas que luchan contra la arena, la salinidad, la falta de lluvia y la presión urbanística.
El Parque alberga una singular combinación de variedades blancas mediterráneas como la Merseguera, conocida localmente como “uva de vino” y la Moscatel, la más cultivada, destinada a uva de mesa principalmente, aunque con ella también se elabora vino. Además, se cultiva la tinta Parrell (Monastrell), en pequeñas proporciones.
Aquí, resiste también una joya enológica en peligro de extinción: la Esclafacherre,
«una variedad de la que en la actualidad sólo se conoce su cultivo de La Mata, con algunos pies dispersos en otras localidades» (Pedauyé, 2021)
Este año he asistido a la vendimia, una de las más tempranas de la Península, en una pequeña parcela de cuatro tahúllas, 0,45 Ha. aproximadamente, propiedad de Eduardo, un agricultor local. Cultiva en su mayoría Merseguera y algo de Esclafacherre, que mezcla y dedica a la producción de vino para consumo propio.









Este paisaje de viñas junto al laguna salada del Parque Natural Lagunas de La Mata-Torrevieja, acompañado por la brisa marina y el canto del Alcaraván, que anida junto a las cepas, tiene un enorme potencial enoturístico aún por desarrollar, si las leyes del Parque, cada vez más restrictivas, no acaban con este cultivo centenario. De las 75 hectáreas que se dedicaban al viñedo en 2010, tan sólo quedan 35 en la actualidad.
Las variedades locales guardan una memoria agrícola única, testigo de generaciones de viticultores locales que, como Eduardo, no encuentran relevo generacional y empresarios como Hilarión Pedauyé de Sopla Levante y Casa Balaguer, que elaboran vinos con identidad propia, a pesar de las dificultades enunciadas.
